En principio no tenemos hijos perfectos para la sociedad, por una simple razón: los seres humanos no somos perfectos, tenemos luz y sombra, cometemos errores y eso nos hace únicos y maravillosos.
Yo soy mamá de una niña de cerca de 4 años de edad y tengo que confesar que cuando inicie mi etapa como madre no tenía ni idea como desempeñar este rol tan importante, creo que esto nos pasa a todos, no estudiamos para ser padres, no nos educamos, simplemente un día tomamos la decisión de serlo, o la vida toma la decisión y cuando ya estamos montados en el barco nos damos cuenta de que es el trabajo más difícil de todos, sin duda el más satisfactorio pero el más complejo, la responsabilidad es constante y los resultados se van viendo casi de inmediato.
Bueno el caso es que mi meta era tener la mejor hija del mundo, y de hecho me lo soñaba así, enseñarle lo mejor, brindarle la más pronta estimulación para que tuviera el mejor desarrollo cognitivo, esto por supuesto lo hacía con la mayor ignorancia, solo le exigía a mi hija para que hiciera todo bien y en las edades en donde se supone los niños y niñas deben cumplir con unos logros, para darles un ejemplo: a los 12 meses ya debía caminar porque terriblemente comparaba a mi hija con las demás niñas o niños en esa edad y estos ya lo hacían entonces lo que yo pensaba era que probablemente había algún problema físico, y es que por aquella época escuche muchos comentarios, muchas críticas, muchos “mi hijo camino a los 11 meses” yo me llenaba la cabeza de esa basura y pensaba –¿será que le falta estimulación?- ¿tendrá algún problema físico?- todo esto porque aduras penas había logrado que gateara estando por cumplir los 12 meses.
Como pueden imaginarse yo estaba loca, no podía comparar a mi hija con otro niño o niña de su edad, en principio porque todos son diferentes y todos tienen etapas de desarrollo diferentes, por esa razón antes que cualquier cosa no permitan que critiquen a nuestros hijos porque hizo o no hizo, no permitan que los comparen y mucho menos los comparemos con otros. Tampoco critiquemos, comparemos o hagamos comentarios sobre el desarrollo físico, motor, cognitivo y emocional o lo que sea de otros niños, ni siquiera si son de la familia, pues cada uno es un ser humano único y no se puede estandarizar el desarrollo, las capacidades o destrezas como si fueran maquinas.
Aparte del ejemplo que les acabo de dar hay otros casos en los que quise y me di látigo porque quería que mi hija fuera perfecta, en aquella época yo era mucho del cumplimiento de objetivos, me encontraba sumergida en el logro de metas impuestas por el sistema (sociedad contaminada) y por mi ego, lo que me llevaban a querer sentirme orgullosa de mi hija por los buenos resultados que pudiera mostrar ante un hecho o un avance en su desarrollo y no es que no los tuviera, sino que yo no los disfrutaba de manera genuina porque siempre espere más, siempre pensaba en lo puede hacer mejor, puede avanzar más que los demás. “la compare”
¡Tremendo error! Reitero nuevamente, es grave comparar y exigir más sin antes disfrutar del proceso y los resultados actuales, las comparaciones, críticas y exigencias desmedidas ocasionan en los niños/as estrés, ansiedad, depresión, inseguridad, desinterés e insatisfacción. Afortunadamente para mí y para mi hija Dios se encargó de ponerme en el camino correcto, ese en el cual aprendí mucho sobre pautas de crianza, sobre primera infancia y especialmente en este camino del crecimiento personal, aparte de eso empecé a ver a mi hija como mi maestra, si aunque parezca ridículo, eso es mi hija para mí. Soy yo principalmente quien la educa para la vida, pero ella es mi maestra porque me muestra cada día como ser mejor madre y mejor ser humano, me muestra a cada instante que somos uno con la vida y con Dios, que no necesitamos más que ser nosotros mismos para ser felices y que eso simplemente nos dará la tranquilidad y la paz, que lo demás es de forma y de eso me encargo yo.
Sé que no tengo una hija perfecta y nunca la tendré para el mundo de las formas, para la sociedad y para quienes la ven con ojos de crítica, de comparación y juzgaran su comportamiento según su perspectiva de vida, es decir la juzgaran de acuerdo a la basura que tiene en su mente consciente e inconsciente. En cambio sé que es perfecta para mí y para Dios, sé que es feliz y es lo único que me interesa, soy su mayor ejemplo y por eso trato de ser cada día mejor ser humano, sin embargo eso no garantiza que ella sea la mejor para la sociedad porque finalmente su forma de actuar siempre será su decisión y no porque yo lo elija así, sino porque somos libres de actuar como nos apetece.
Ahora bien la crianza es un arduo proceso en el que interfieren muchos aspectos, pero la invitación es a no machacarnos porque nuestros hijos hicieron pataleta, o se comportaron mal con los amigos o familiares, o porque son groseros, mal educados etc. No permitamos la crítica y menos nos sintamos avergonzados por el comportamiento de nuestros hijos, es cierto que nuestro trabajo es educar, guiar y enseñarles todos los códigos de comportamiento de esta sociedad, pero siempre lo podemos hacer con amor y con respeto, y poco a poco los resultados serán los mejores y sobre todo sin afectar a nuestros hijos. Se por conocimiento de causa de lo que hablo, construyo para ella unas mejores pautas de crianza, basadas simplemente en el respeto y en el amor, y sobre todo guiándome de ella. Sé que parece paradójico pero así es, conocerla me hace más fácil el trabajo de educarla, saber que le gusta y que no, escuchar sus peticiones y entablar conversaciones con ella en las que la educo mediante ejemplos hace que pueda darle las mejores herramientas para la vida y sobre todo se construyan lazos de confianza y respeto mutuo.
Los niños/as no son pequeños adultos, no son de propiedad de mamá y papá, no son menos que los adultos. El código de infancia y adolescencia en Colombia decreto que son sujetos de derechos, sin embargo en muchos casos los primeros que vulneramos sus derechos somos sus propios padres. Por eso la invitación es a respetarlos, amarlos, escucharlos y protegerlos, Dios los creo perfectos y no es necesario desconectarlos de su poder para que encajen en una sociedad profundamente contaminada en la que tristemente no existe respeto por el semejante.